Cualquiera puede enfadarse, eso es muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.
Aristóteles. Ética a Nicómaco
La gestión de las emociones es un proceso que puede conllevar enormes ventajas o enormes problemas según se lleve a cabo de forma eficaz o no. La buena noticia es que se puede aprender.
A continuación, mencionaremos algunas de las pautas a tener en cuenta:
– Percibir. Reconocer de forma consciente nuestras emociones e identificar qué sentimos y ser capaces de darle una etiqueta verbal. Para ello, es necesario:
- Identificar las emociones en uno mismo y/o en los demás. Las emociones son un medio de comunicación bidireccional entre personas. Contienen información e influyen en el pensamiento, necesitamos incorporarlas de forma inteligente a nuestro razonamiento, a nuestra forma de solucionar los problemas, a nuestros juicios y a nuestra conducta.
- Elaborar un vocabulario de los sentimientos, ya que existen más de 300 términos para expresar en nuestro lenguaje las diferentes emociones que experimentamos. Por ejemplo, para expresar un sentimiento de Calma podemos utilizar los siguientes términos:
- Quietud
- Sosiego
- Despreocupación
- Tranquilidad
- Paciencia
- Reposo
- Placidez
- Relajación
- Alivio
- Armonía
- Serenidad
- Impasibilidad
- Consuelo
- Paz
En definitiva, la percepción emocional conlleva un mejor reconocimiento y designación de las emociones.