Nuestra salud mental, al igual que nuestra salud física, es fluctuante. Es cambiante.
Es decir, hay momentos en los que nos sentimos con mayor dinamismo y con mayor energía y momentos en los que nos sentimos con menor vitalidad y más cansados. Ello, debido a múltiples factores y situaciones, ya sea por cuestiones internas o externas a la persona. Nadie está exento de que, en algún momento, nuestra salud mental no sea la que siempre fue y que no se encuentre en óptimas condiciones. De hecho, se estima que alrededor del 80% de las personas podemos llegar a experimentar problemas de salud mental a lo largo de nuestra vida, seamos conscientes de ello o no. Situación que, como decimos, puede afectar a todos y cada uno de nosotros, sin distinción.
En relación a los problemas de salud mental en el entorno laboral, en las empresas y Organizaciones, existen algunos estudios que calculan que el 60% de los Colaboradores nunca ha compartido con nadie su estado de salud mental, ya sea con compañeros, líderes o personal de Recursos Humanos. Lo anterior, debido a que siguen existiendo muchas barreras en torno a la salud mental. La clave para superar dichas barreras: COMPARTIR y ESCUCHAR EMPÁTICAMENTE
COMPARTIR. Implica, en primer lugar, percibir y reconocer de forma consciente nuestras emociones y sentimientos, así como que algo no funciona correctamente. Lo anterior, nos permitirá compartir con los demás todo aquello que estamos experimentado.
ESCUCHAR EMPÁTICAMENTE. Tratar de descifrar las emociones y sentimientos, a través de la conexión emocional con la persona para comprender la situación por la que está atravesando.
Bajo este enfoque, se contribuye a generar una Cultura Preventiva de carácter Colectivo en la que se fomenta el bienestar de una manera proactiva y en la que todos los protagonistas (Colaborador-Líder-Empresa) están conectados por el mismo propósito.